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“Afirmamos que en el centro de todos los problemas a los que nos enfrentamos hoy en día, está nuestra ignorancia del conocimiento. No es conocimiento, sino el conocimiento del conocimiento, el que nos compele. No es el conocimiento de que una bomba mata, pero lo que queremos hacer con esa bomba, lo que determina si la usamos o no. Normalmente lo ignoramos o negamos, para eludir la responsabilidad de nuestras acciones diarias, ya que todas nuestras acciones (todas sin excepción) ayudan a crear y validar el mundo en el que llegamos a ser lo que llegamos a ser con otros, en ese proceso de crear un mundo. Ciegos a la transparencia de nuestras acciones, confundimos la imagen que queremos proyectar con el ser que queremos crear. Éste es un malentendido que tan sólo el conocimiento del conocimiento puede corregir”
~ El árbol del conocimiento, Humberto Maturana y Francisco Varela
El otro día, me decía una paciente ante la pregunta que le hice sobre si ella sentía que podía ser amada sin más, “pero ¿no son mis acciones lo que me define?” Y hasta cierto punto es cierto. Mis acciones me definen, pero lo que me mueve a esas acciones es la parte central del mapa. Partiendo del hecho que cuanta menos definición haya, más libertad de movimiento y capacidad de adaptación a lo que me encuentro enfrente, cerca o colindante.
En relación, nos formulamos y reformulamos. Así lo hacen nuestras células, se comunican con el entorno a través del contacto y según el entorno establecen sus movimientos, que además se convierte en información transgeneracional. Somos seres multicelulares y eso no se puede olvidar.
Se habla de la plasticidad y la supervivencia del más fuerte ha pasado a ser la capacidad de adaptación al entorno. Pero si mis ideas sobre el mundo, la sociedad y las relaciones son fijas y rígidas no hay lugar para ninguna plasticidad entonces.
Si me lo dejo sentir, siento un profundo amor por mis clientes. Nuestra relación es terapéutica, y aun así los veo desplegarse delante de mí, con más o menos manipulación, estrategias, honestidad, pero siempre con coraje. El coraje de ponerse delante de una extraña por el deseo de mirar de cara a lo que se mueve detrás de las acciones, al vacío que surge cuando las palabras no sirven, no funcionan para definir lo qué pasa.
En relación es dónde hay vida, hay movimiento, y es así a nivel celular. Hay una danza, estamos el otro, el campo y yo. Y las escuchas, si es que están. Y allí me abro a la plasticidad, a la creatividad de movimiento.
Como dice Maturana, no es lo que yo sé sobre la bomba lo que me lleva a usarla sino lo que yo quiero crear con esa bomba. Y lo que yo quiero crear, nunca está separado de lo relacional, a nivel más individual o a nivel más grupal. Y es necesario que sea consciente de eso.
En la liberación de pericardio nos movemos a través del lenguaje y los movimientos celulares. A través de una escucha atenta podemos ayudar a que esa rigidez se vaya suavizando, no se cristalice y haya más posibilidad de conectar con el movimiento natural de nuestro organismo de percibir y adaptarse según el momento y las circunstancias.
Cuando pienso en el amor que me mueven mis clientes, a menudo veo pájaros, a menudo paletas de colores. Cada una su única combinación partiendo desde un mismo punto y me maravillo ante esas combinaciones, ante el movimiento dónde fijar "quién soy" no es aún necesario, y la relación con el entorno está viva y creativa, abierta.
Si te interesa saber más sobre la liberación de pericardio o alguna de nuestras otras terapias, no dudes en ponerte en contacto con nosotras. Puedes encontrar más información en nuestra web www.coenctandocontulatir.com
“Que sólo tenemos el mundo que creamos con el otro y,
que sólo el amor nos permite crear un mundo en común con él”
~Humberto Maturana