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A veces los momentos más complejos, son los que están más preñados de significado. Si intentamos eludirlos nos perdemos gran parte de sus bondades. Es por ello tan importante parar y sostener lo que se nos mueve para poder llegar a nuevos aprendizajes que cambien nuestro entorno.
Últimamente estoy viendo muy a menudo en redes sociales (no es la primera vez) la necesidad imperante de que se tome una postura clara ante cualquier situación. Pasa algo, corriendo todos a tener una opinión, una postura clara, que se anteponga ante otra, igualmente clara. Parece que sea importante escoger en qué grupo estoy, y una vez que lo he escogido, podré tener mis defensores a ultranza, y mis detractores con igual fuerza porque ya habré escogido un bando, y con la creencia además de estar en un bando informado, porque habré leído bastante sobre el tema, y hay un montón de información disponible en la red, claro que según un algoritmo.
Es aplicable a nuestra vida en general también. Nos explican algo de alguien, nos pasa algo con alguien, y escogemos una postura, el agraviado, el agresor, el defensor, etc.
Pero hay un espacio intermedio, en el que nos podemos quedar un tiempo. Un espacio tal vez incómodo, en el que nos sentimos solos, vulnerables, sin respuesta. Es el espacio de la incertidumbre.
Puede resultarnos incómodo, puede que además genere incomprensión en nuestro entorno, pero si nos habituamos a pillarnos cuando necesitamos asirnos a un lado o a otro, nos ponemos curiosas y nos asentamos en ese no saber, podemos acceder a mucha más información, más contenido, podemos ver mucho más, podemos ver no sólo lo que está claramente ante nuestros ojos, sino también lo que no lo está.
Por nuestra evolución, nuestra tendencia es la de buscar una respuesta, la de ponernos a salvo y encontrar nuestro grupo. Pero nuestra mirada siempre está sesgada, porque seguimos a gente con unas ideas, por nuestras experiencias personales, tempranas y no tan tempranas, etc. Por ello, es importante mantenernos en la incertidumbre, porque allí podemos empezar a sentir qué nos pasa a nosotros con eso. A veces, el saltar corriendo a una postura, no es más que una manera de alejarnos de lo que nos está sucediendo a nosotras con eso.
Hoy leía un estudio que decía que buscar ese posicionamiento fuera, en los medios, en los influencers, en nuestros compañeros, amigos, etc. es una manera que tenemos de calmar lo que nos provoca la situación. Si mi postura es la correcta, y la gente se posiciona allí o en contra, tengo una calma, porque la etiqueta está puesta y si la situación me está generando dolor, tristeza o confusión, ya no lo siento.
No hay nada malo en dejar que las cosas nos toquen, sin confluir con el otro. Por eso es tan valioso ese momento de incertidumbre, en el que no sé nada todavía, me puedo quedar conmigo sin saltar al otro y ver que me está sucediendo. Además de que mi opinión sobre la situación se vuelve menos sesgada, menos dual, también me llega mucha información sobre mi misma, pueden ser momentos que generen cambios profundos en nosotros, y por ende alrededor nuestro, aunque en un principio no lo pareciese.
Cuanto más practique la meditación, el sostener el silencio, el autoconocimiento, el trabajo con el otro, más fácil me será detectar y quedarme en estos momentos de incertidumbre. Son momentos complejos, no podemos dejarlo para más adelante, es tiempo de mirar hacia dentro.
Te acompañamos en éste o cualquier otro momento de complejidad, así como si quieres ahondar en tu autoconocimiento. Puedes darte una vuelta por nuestra web para conocernos más, y echar un vistazo a nuestros recursos gratuitos.
“El desconcierto es fructífero, porque nos aleja un paso de la adhesión reflexiva a los dramas que han hundido a los seres humanos en el infierno una vez tras otra”
~Charles Eisenstein