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El Corazón es la fuente más poderosa de energía eléctrica en el cuerpo, produciendo un campo eléctrico 60 veces mayor que el cerebro y un campo magnético 5.000 veces mayor. Este campo magnético envuelve el cuerpo y se extiende hacia el espacio y dentro del mismo existe información codificada del estado emocional de ese corazón.
Este campo electromagnético que emite cada individuo está directamente conectado y transmite dicha información a la Tierra. Y lo más importante, es cómo este campo puede influir a otros individuos que se encuentren en nuestro entorno más cercano, a esto le llamamos comunicación energética.
El Corazón es el principio y el fin. El primer órgano en desarrollarse en un bebe dentro del útero de su madre y el último órgano en pararse cuando una persona o animal muere.
Tanto el corazón como el cerebro están compuestos por miles de neuronas, y a través de ellas ambos están en continua comunicación. En varios estudios recientes se ha comprobado y demostrado, al contrario de lo que creía la ciencia, que el corazón manda más información neurológica al cerebro que viceversa. Con esta información llegamos a la conclusión que el Corazón es capaz de pensar, sentir y tener emociones por sí solo y, es quien dirige la comunicación con el cerebro a través de las conexiones del sistema nervioso y las hormonas creadas en el Corazón.
El Dr. Rollin McGrafy del Instituto HeartMath define “el Corazón es un órgano sensorial que actúa como un sofisticado centro de pensamiento y decodificación de información que le permite aprender, recodar y tomar decisiones funcionales independientes”.
¿Qué nos dice la antigüedad sobre el Corazón? Según el antiguo libro egipcio de los muertos. El Más Allá era un lugar denominado el Campo de las Cañas, una especie de utopía donde nos había sufrimiento ni enfermedad y los días pasaban entre arroyos fluidos, bajo la sombra de árboles y acompañados de seres queridos. Sin embargo, no todos entraban automáticamente en este campo de cañas, sino que antes y después de la muerte tenían que pasar una prueba del Dios Anubis. Allí, Anubis se sentaba junto a escalas de oro y en una de esas escalas se colocaba el corazón del difunto y en la otra una pluma blanca, la pluma de la verdad. Si el corazón era más liviano que la pluma el difunto sería admitido en el campo de las cañas, sino sería echado y devorado por un monstruo. En las antiguas tradiciones chinas, el Corazón era el emperador de todos los demás sistemas de energía, el lugar donde reside el Espíritu, que contiene pensamientos y emociones y procesa la información sensorial. Para los hindúes el Chakra Corazón es el centro entre los 7 puntos de energía y donde se unen las energías de la Tierra y del Cielo y es la verdadera voz de un individuo. Para la cultura Azteca y Maya, el Corazón era tan importante que cuando se hacían sacrificios humanos, a menudo era el Corazón lo que se ofrecía a los Dioses. El cristianismo ve el Corazón como el lugar donde residen las emociones y los deseos, lo que impulsa la voluntad de un individuo hacia la acción.
Muchos filósofos antiguos han hablado y escrito sobre el Corazón, colocándolo como el lugar donde reside la perfección y como centro del cuerpo tanto a nivel fisiológico, energético y espiritual.
¿En qué momento a lo largo de todos estos siglos, el Corazón perdió su lugar dando paso al Cerebro? Lo importante es que en los últimos años la ciencia está demostrando la verdad sobre el Corazón. Realizando estudios que demuestran lo que nuestros antiguos ya sabían y es, que el Corazón tiene acceso a información fuera del tiempo y del espacio, lo que significa que nuestros presentimientos e intuiciones son información que nos manda el Corazón y que nuestro Cerebro no puede percibir dentro de esos límites de tiempo y espacio.
Para desarrollar la intuición y la conexión con nuestro corazón, es importante incluir prácticas que pongan al corazón en un “estado coherente”, es decir, en un estado positivo y saludable.
En nuestro apartado de recursos gratuitos te facilitamos un ejercicio muy sencillo y a la vez muy potente para practicar la "coherencia cardiaca". Esta práctica diaria fortalece el sistema inmune y prepara el cuerpo para la sanación.
“El Corazón es la perfección de todo el organismo,
por tanto, los principios del poder de la perfección
y la capacidad del Alma para alimentarse
deben de estar en el Corazón”
Aristóteles