La Rabia bien entendida y cómo la acompañamos desde Conectando con tu Latir

Bufalos

En una sesión de terapia Gestalt salió el tema de la rabia. La cliente para hablar de cuando conectaba con la rabia hablaba de "brotar", no es la única palabra que he oído usar en relación con la rabia con connotaciones negativas. Cada vez que sale el tema y pregunto así al aire al paciente qué relación tiene con la rabia, rara vez escucho, ah, bien, nos cuesta, pero nos entendemos. Por lo general o se obvia directamente, en plan, yo no me enfado nunca, o se odia, o se teme. Esto no hace la gestión de la rabia más fácil, más bien al contrario. La rabia no es más que energía que necesitamos disponible para hacer algo, ya sea poner un límite, defendernos de una agresión, ir hacia lo que queremos o resolver una situación de peligro. Esa energía que de repente se acumula necesita salida, si no la tiene puede retroflectarse convirtiéndose en un bloqueo a nivel emocional, una somatización o puede salir de diferentes maneras: pasivo agresiva, buscando conflicto para que la otra persona "salte" por ejemplo, con ironía para ofender, o si se acumula abriéndose como una manguera de agua a presión de la que hemos perdido el control. 

Manuel Cuesta suele hablar de "la buena rabia" para poder cambiar la manera que tenemos de ver esa energía generosa que se pone a nuestro servicio en situaciones en las que necesitamos fuerza para ir hacia algún lugar o nos sentimos en peligro o amenaza. Para poder tomar decisiones, para poder nacer incluso necesitamos energía, una energía con dirección, que nos permita movernos en la dirección que deseamos.

El trabajo de conciencia previo es fundamental para ver cuáles son nuestros anhelos, si realmente ese peligro es real para empezar, o para ver si hay rabia acumulada que necesita salir de manera sana y controlada. En terapia Gelstat se suele hacer trabajo de descarga, ya que es muy difícil poder tener conciencia de todo lo que hay detrás de esa rabia, de todos esos límites que no se pusieron, de todas esas veces que no pudimos hacer lo que quisimos. Es importante, por tanto, poder sacarla, dejarla hablar y ver qué hay detrás. No forzarla, sobre todo, hay muchos talleres y espacios, donde se anima a la gente a sacar rabia sin que haya conectado con ella de manera sana, con escucha y siguiendo un proceso. Cuidado con eso, forzarla y montar festivales de golpes a los cojines no sirve, estamos hablando de un trabajo de y con conciencia, y cada unx tenemos nuestro proceso y nuestro ritmo.

A menudo concentramos nuestra rabia en aquello o aquellxs que creemos los culpables de nuestros enfados, cuando el acento debería ponerse en cuál es la agresión o la frustración, o lo que sea que hay detrás para nosotrxs, y cómo nos movemos con ello. Con esto no estoy diciendo que si ha habido una agresión no se tomen medidas al respecto, estoy hablando de multitud de situaciones cotidianas en las que no miramos lo que hay detrás de la rabia, si es que la vemos para empezar. Esto por lo general nos desempodera y nos deja atrapados sin salida, con la mirada puesta en lo que tenemos enfrente. Ver por otro lado, como nos movemos con la rabia nos ayuda a estar presentes y “pillarnos” cuando caemos en una manera de hacer.

Pongamos un ejemplo: Siento que mi compañero de trabajo me ninguniza, me critica por detrás, envía correos para dejarme en evidencia, etc. Esto me genera mucha rabia, y esa energía se va acumulando en mí. Mi respuesta podría ser usar esa energía para confrontar a ese compañero para expresar como me siento e intentar que esa dinámica cambie. La rabia puede, si ese comportamiento sigue, ayudarme a subir a un estamento mayor para que tome cartas en el asunto. Sin embargo, si no escucho a mi rabia y lo que ésta me dice, que es que me siento agredida y que necesito que esta situación pare, y dirijo esa rabia hacia mi compañero, puedo empezar a intentar vengarme de él, haciendo lo mismo, y eternizando esa manera de trabajar agresora y que no aporta nada. O puedo simplemente quedármela dentro y empezar a sentir dolores de cabeza o de estómago sin ninguna explicación aparente, o incluso, llegar a casa y soltar toda mi rabia con las otras personas o animales con quienes convivo y tengo confianza y en quién proyecto mi enfado.

Este ejemplo, que es en sí sencillo, lo podemos encontrar con situaciones más complejas, en las que desengranar lo que hay detrás requiere un poco más de trabajo. Poder acercarnos a la rabia desde un lugar más positivo, hace el trabajo mucho más sencillo y más fructífero.

Esperamos que el artículo te haya resultado útil y recuerda que si así lo deseas, podemos acompañarte con alguno o varios  de los servicios de Conectando con tu Latir, ya sea terapia Gestalt, Esencias Florales, Liberación de Pericardio o una combinación de ellos. 

 

Aferrarse a la rabia es

como agarrar un carbón ardiendo

con la intención de tirarlo a alguien;

eres tú quien te quemas.

                                     Buda