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A menudo decimos que cuando hablamos con los animales nos sorprende mucho lo que nos dicen. La razón de que eso pase es que tendemos a suponer o adelantarnos a lo que nos van a decir. Para comunicar con ellos (y con otros humanos también, tan sólo que con los animales se hace más evidente) necesitamos abrirnos a lo desconocido, a soltar el control. Porque una de las razones principales por las que necesitamos adelantarnos es para poder tener control sobre lo que va a pasar. Es una función de nuestra mente que es muy útil en otros contextos, pero no en la escucha.
Es especialmente cierto para la comunicación animal porque la manera en que nos llega la información toma muchos caminos, y uno de ellos es el sentir. Y este camino le da muchos más matices al mensaje que nos ha trasladado el animal. Pasa por encima de creencias y esquemas de pensamiento rígido que podamos tener, o conceptos que podemos entender a nivel mental pero no sentir, porque nunca lo hemos bajado al cuerpo en el contexto de ese mensaje.
Es por eso que nuestro trabajo implica poder trasladar ese mensaje con el máximo de información posible, que a veces puede implicar imágenes, ejemplos, etc. A menudo, el mismo animal nos ayuda y nos da pistas de como trasladarlo, para facilitar la comunicación. A veces, se puede dar el caso que la persona se resista a recoger lo que dice el animal, por la razón que sea. Pero más tarde o más temprano, una vez que se ha verbalizado, casi siempre la información llega para hacer la función que necesitaba hacer.
En cualquier caso, nosotras siempre trasladamos el mensaje que nos da el animal y de la manera en que el animal nos pide que lo hagamos. A veces nos explica cosas que cree que la persona todavía no debería saber. En una comunicación una perrita me estuvo diciendo cosas para su persona. Se las trasladé, pero luego añadió una cosa más que era importante, pero me dijo “esto es demasiado para él, más adelante”. Le hice caso. En una segunda ocasión, la persona empezó a hablar del tema que me había indicado la perrita en su momento, y ella me dijo, ahora sí. Y en aquel momento él pudo recibirlo.
Esto último para recordar que los animales son adultos con su propia vida social, y pueden necesitar hablar con alguien de lo que les pasa, pero suelen saber respetar los ritmos. A veces, aunque sepan que a la persona le va a costar recibir la información sienten que tienen que decirlo, o bien por cuidarse a ellos mismos, o a la persona o a la relación. Y porque si hay algo que sí hacen en general, una vez establecido el vínculo, es confiar en nosotros y en nuestra capacidad de cambio, aun incluso cuando por su bienestar sientan que necesitan irse de nuestro lado, y lo hagan. Allí hay que respetarles también.
Y acabamos con un ejemplo de una cosa que me dijo mi gata Maya, que se me ha quedado grabado y que me da mucha tierra y perspectiva. Cuando a veces me pongo dura conmigo misma, recuerdo ese momento, y todo se dulcifica. También porque es un claro ejemplo del juicio que aparece antes de la conversación.
Un día estaba acariciándole el lomo y de repente empezó a lavarse. Pensé que tal vez, como se suele decir, le molestó porque le cambiaba el olor o se sentía invadida energéticamente, etc... Cuando le pregunté, abriéndome a la respuesta, sentí todo lo contrario, que le gustaba, y me dijo “me gusta mucho que me acaricies, y me apetece también ponerme a darme amor, porque no hay diferencia, no sólo entre recibir y dar, sino entre tú y yo”. No siempre va a ser así, habrá veces que no le apetezca, pero de ahí la importancia de preguntarle.
Si tienes cualquier duda sobre de qué trata la comunicación animal y de cómo trabajamos nosotras en este sentido, te invitamos a que te pases por nuestra web o te pongas en contacto con nosotras, estaremos encantadas de atenderte.
"Una cosa que sin duda he aprendido de mis conversaciones con animales es que lo que un ser humano puede ver como el límite de lo que es posible no es lo mismo que ven los animales. Me sorprenden continuamente pidiéndonos que simplemente abramos nuestras mentes y corazones. Y cuando nuestras mentes y corazones están abiertos, toda un nueva aventura comienza, que va más allá de lo que podemos llegar a pensar que es posible"
Maya Kincaid