Ha llegado el momento para que mi hija tome decisiones con sus estudios, y el tema empieza a hablarse en su entorno, y parece que todo se enfoca a la posibilidad de encontrar un trabajo. Entre sus compañeros y los progenitores se habla de las humanidades como algo que no sirve para nada, y ante la posibilidad de estudiar bellas artes, le dicen que va a acabar viviendo bajo un puente.

Tal y como está montado el sistema de la enseñanza, y no incluyo aquí a los profesionales que hacen su trabajo con dificultad, están mal vistos y a los que rara vez se les consulta a la hora de legislar, parecería que se enfoca como un proceso de selección para las empresas. 
¿Para qué me va a servir esto? Es la frase que más oigo. Y la respuesta debiera ser muchas veces, pues seguramente ni te vas a enterar, pero eso no significa que no tenga un sentido ni una importancia. 

Pocas cosas me han ayudado más en mi vida que escribir, leer o dibujar. A través de los tres he podido gestionar muchos de los momentos más difíciles de mi vida y entender cosas que de otro modo no habría podido. Me han abierto al misterio de la vida, porque se abrían cosas difícilmente explicables a la vez que me servían de ancla. Dibujaba mi tristeza y en esos dibujos hacia las paces con ella y la dejaba ir. Escribía poemas y parecía que me ayudaban a sostener el vacío existencial. Leía filosofía y no me sentía tan sola. Cuando tocaba el piano, nada de mi día a día parecía tener importancia más que ese momento. A través del dibujo comunicaba con los animales y el espíritu de su especie, y entendía que somos lo mismo. 

A través del arte no mercantilizado, podía atravesar mi humanidad, emocionarme, gestionar mi sensibilidad, ver mejor al otro y acceder al silencio fértil del cambio. 

¿Y no es todo esto vital para nuestra convivencia, para evitar la violencia, para verme a mí y verme en el otro? ¿Cómo es de astronómico el gasto en medicación para la gestión de la salud mental? ¿Cuánto ha bajado la edad de afectación de la depresión y sus consecuencias? 

No podemos mercantilizar nuestras vidas, y sobre todo el sentido que les damos. Resolver una ecuación de segundo grado, no me ayuda a hacer la compra, pero me ayuda a ver la magia de la matemática que se mueve detrás del universo, y al pensamiento abstracto. Dibujar un autorretrato no me va a dar más puntos en la nota final de acceso a un centro de estudios, pero me va a forzar a mirarme al espejo, a ver cómo me veo, qué muestro al mundo. Leer según qué obras literarias me va a ayudar a entender las debilidades humanas y las consecuencias, a la vez que me fuerza a hacer volar la imaginación en vez de dármelo todo hecho. Entender el arte de una época me va a ayudar a entender cómo era esa sociedad mejor, y a entender mi pasado. 

Necesitamos darles espacio a todas aquellas cosas que no nos reportan un valor económico pero sí un valor de mayor felicidad, de mejor convivencia conmigo misma, y por ende con el otro, y no dejarles el lugar de hobbies o cosas de interés menor. Abrirnos a otro tipo de vida, un mundo más abierto a la belleza de la creación, y de vivir nuestra humanidad en todas sus vertientes sin diluirnos o desensibilizarnos. 

Desde Conectando con tu Latir estaremos encantadas de atenderte y te invitamos a darte un paseo por nuestra web.

“El arte es una especie de innata unidad que se apodera

de un ser humano y lo convierte en su instrumento” 

~Carl G. Jung