El tiempo lo cura todo

duelo

 

Esta semana la hemos estado dedicando al duelo, puedes encontrar en nuestra cuenta de Instagram todo lo que hemos compartido al respecto.  Y en relación con este tema queremos compartir por aquí algo que nos causa curiosidad. 

“El tiempo lo cura todo”, es una frase que oímos a menudo cuando nos enfrentamos a un duelo o situaciones difíciles que se nos hacen cuesta arriba en un primer momento. Pero ¿es eso cierto del todo? ¿Realmente es el tiempo el que lo cura todo?

El paso del tiempo le quita intensidad, pero no del todo. A veces en sesión trabajamos recuerdos antiguos, y los clientes comentan la intensidad de la emoción que sienten a nivel corporal, aún después de años.

En nuestra experiencia no hacer nada y dejar que el tiempo haga el trabajo no suele traer muy buenos resultados. A menudo acuden a sesión personas que dicen tenerlo todo resuelto, la típica frase de “no le doy mucha bola, pues sí, pasó aquello, pero ya está, lo dejé atrás”. Pero de repente llegan ataques de ansiedad, insomnio, dolores o accidentes reiterados e inexplicables, discusiones tontas y sin sentido con la pareja, etc. 

Con la ansiedad por ejemplo nos solemos encontrar que el cliente quiere que se la quitemos de encima, “no quiero sentir esto, quiero que se vaya”. Pero la ansiedad es una aliada que pretende decir algo. Puede ser difícil de gestionar, incómoda, desagradable… y quiere decir algo también. Y cuanto menos escuchemos más fuerte llamará a nuestra puerta…. A menudo la frase “no quiero sentir esto” tiene mucho que explicar. Si nos ponemos a buscar encontramos que lo que no quisimos sentir hace unos años nos pide ser escuchado, está el cazo rebosando ya.

O un cliente que viene porque tiene muchas discusiones con su pareja, y buscando encontramos que está reviviendo una situación traumática del pasado que quedó sin resolver.

Entonces, no es el tiempo el que lo cura todo, es lo que hacemos con lo que nos pasa. El paso del tiempo puede bajar la intensidad, y entonces puede que haya temas que a lo mejor no puedo trabajar ahora, o hablar de ellos ahora, y lo podré hacer más adelante. Porque todo tiene su proceso y hay que respetar su ritmo y el ritmo de la persona. No todos tenemos el mismo ritmo, y escucharlo es primordial en el acompañamiento del duelo. Por ello es tan importante tener una presencia clara. Sería uno de los elementos esenciales, la presencia, estar muy presente con lo que surja, con una escucha atenta y amorosa que nos permita acompañarnos en los momentos en que sea difícil contactar con lo que nos pasa, con lo que sentimos, con toda la intensidad que se mueve dentro nuestro como las mareas con la luna.

Escucharnos en los momentos complicados con presencia, con una escucha atenta y amorosa, puede ayudarnos además a desarrollar resiliencia, a aceptarnos con todo y por ende a los demás. Después de transitar estos momentos complejos, no salimos igual que entramos, salimos con aprendizaje, con experiencia, con perspectiva, y nuestro paso por los momentos más intrincados de la experiencia se vuelve, al menos, un poco más firme.

Aceptar que es importante despedirnos de ciertas situaciones y todas las consecuencias que tuvieron, maneras de movernos, energía que se queda bloqueada en el cuerpo etc. es también clave para poder crear bases sanas para el futuro. Es la importancia de un duelo bien hecho, en el que no sólo nos despedimos de lo qué o quién se fue, sino también de quienes éramos entonces.

A veces en el mundo del autoconocimiento, queremos solucionar las cosas desde un prisma más “elevado”, pero la realidad es que somos materia, y hay mucha sabiduría almacenada en ella, y por tanto es crucial bajar al cuerpo y escucharlo.

Nosotras desde Conectando con tu Latir, trabajamos los procesos de duelo de manera personalizada, con terapia floral, liberación de pericardio o terapia Gestalt. Podemos acompañarte si te encuentras en un momento de cambio y sientes que necesitas un extra para poder gestionarlo. Siempre encantadas de poder acompañar a quienes lo necesiten a encontrar su propia manera de acompañarse y de cuidarse.

 

"Ya no luchaba contra el duelo,

sino que podía sentarse con Él

como un compañero duradero y

 hacerlo partícipe de sus pensamientos”.

~ George Eliot