Había una razón para que en el pasado se ritualizasen las cosas: honrar los procesos, los cambios, es una muestra de amor, de reconocimiento y de agradecimiento.
Las épocas que nos piden descanso necesitan ser escuchadas, y honradas. Aunque no las ritualicemos, sí podemos honrarlas, escuchándolas y estando presentes.
Es mucho lo que podemos aprender de estos periodos, si escuchamos los movimientos emocionales que se mueven ante esa necesidad de parar, cómo nos resistimos, si hay rabia, tristeza, duelos o celebraciones pendientes, etc.
Si nos fijamos en los animales con los que convivimos o los que están en estado salvaje, veremos que ellos honran los momentos de descanso y los de juego.
En esta sociedad donde brilla el que más gana, el que más consigue, viaja o más lejos llega, respetar los periodos de barbecho no es una práctica popular, pero por ello es precisamente aún más necesaria.
Mi padre que creció en una casa de campo me explicaba los procesos. La cosecha, la recolecta, la preparación de los productos para que aguantasen el invierno, y las celebraciones siempre tras la recolecta, las típicas fiestas de pueblo, y los inviernos de historias alrededor del fuego. Mi madre que es de otra zona me explicaba exactamente la misma historia.
Se movían con otros ritmos, el de las estaciones, y las necesidades reales de cobijo y nutrición. Entendían viendo la naturaleza, que el descanso era necesario, así como la celebración y el gozo.
Sin romantizar otras épocas, sí que es importante reconocer lo que sigue siendo importante y necesita ser recogido.
Empezar por escuchar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro sistema nervioso, y especialmente nuestro corazón. El famoso “burnout” del que tanto oímos hablar hoy en día, necesita que no nos hayamos escuchado durante tiempo, que hayamos pasado por encima de nuestra necesidad de parar siguiendo exigencias y modelos ficticios e inventados de producción, y no hayamos puesto los límites necesarios.
A veces, me paro, me miro a mí misma y miro a mi alrededor, y nos veo justificando ese correr incesante con el crecimiento y la estructura de nuestra sociedad. Para ello hay que obviar estadísticas que nos dicen que el consumo de ansiolíticos y antidepresivos ha aumentado de manera exponencial en los últimos años, a la vez que las redes sociales nos ofrecen diversión irreal de 40 segundos de duración, una tras otra, ayudando a que nuestros niveles de atención bajen y no tengamos conciencia de esa necesidad de descanso.
Por ello, es tan importante la práctica de la meditación, no como una manera de escape o de moda, no buscamos calmarnos, sino como una manera de contacto, bajando al cuerpo dejándolo hablar, y escuchándolo, y si pide descanso, en la medida de lo posible parando, y afinando aún más la escucha.
Parece imposible que podamos parar hoy en día, pero hay pequeñas cosas que podemos hacer, dejar el teléfono, las series, comer sin pantallas, caminar, hacer las tareas de la casa o ducharnos con presencia. Todas estas pequeñas cosas nos pueden ayudar mucho a traer más conciencia y reconocer cómo y dónde estamos y honrar eso acompañándonos en vez de callando esa parte de nosotros que pide ser escuchada.
Te invitamos a acceder a nuestro apartado de recursos gratuitos dónde encontrarás herramientas de autoescucha, así como nuestros servicios, que te pueden ayudar a tener un mayor contacto con lo que te sucede y a ver qué movimientos necesitas hacer.
Te deseamos una buena escucha esta semana.
“Estás exhausto, exhausto de tanto intentar y de no intentar, y estás luchando para confiar en la vida de nuevo. Es demasiado para el pobre organismo, ¿no es así? Estás exhausto; ansías descansar. Y eso no es un fallo tuyo, no es un terrible error, pero algo maravilloso a lo que abrirse” ~Jeff Foster