Humildad

playa

 

Si hay un aprendizaje fundamental en mi trabajo como terapeuta es el de la humildad. Y por más que me lo hubiese trabajado antes, en las formaciones, en mis propias terapias, no fue hasta encontrarme delante de la vulnerabilidad del otro, que la humildad tomó otra dimensión.

Es en relación con el otro, en el baile de encontrar nuestros propios límites y los del otro, los condicionamientos, los diferentes movimientos internos que nos motivan, los movimientos internos que nos generan las reacciones del otro, etc. que podemos trabajar según qué temas.

Escuchar, y escuchar un poco más, a mí y al otro, preguntar y preguntar un poco más, abrirme a la pregunta, ponerme curiosa. Es este un movimiento de encuentro entre el que no me importe, no lo haga mío, ni pase por mí, y sin embargo que sí me interese, esté presente y escuche de corazón, y con un interés genuino.

Y es un recorrido, no es un fin. Ayer me sorprendí emitiendo juicios sin saber sobre el tema, sin haber preguntado, sin ni tan siquiera serme requerida una opinión. Y empecé con cuidado, pero a medio camino ya me había enredado. Al acabar me quedó una sensación de incomodidad en el estómago, como una indigestión. Una parte de mí más instintiva no estaba de acuerdo con mi discurso. Hablaba de la necesaria humildad en los terapeutas, cuando había esa misma falta en mí en ese momento.

A veces queremos llegar a esa meta y que eso no vuelva a pasar. Pero el tema ya no es tanto que eso no pase, sino que lo detecte en momentos en que podría haber pasado desapercibido. Sentir como un olor, una sensación, como si pudiese tocarlo con mis dedos, esto me suena, me estoy enredando. Y, sobre todo, estar dispuesta a soltarlo, soltar mi discurso, el que sea. Cada uno tenemos el nuestro. Y si pasa, asumirlo, reconocerlo y ya. Poca cosa más. Humildad. 

Abrirme al otro desde una posición de no saber, me abre al descubrimiento, al asombro. Me abre también al vacío, a la inseguridad, al no control. Como dice Pema Chödron, a esa sensación de quedarme sin el suelo bajo mis pies. En mi experiencia, abrirme al no saber, también me ha abierto a una calma y relajación nuevas, donde no pretendo que no soy una yo perceptora, ni que mi percepción no juega un papel principal en mi vida y en mi relación con el entorno. Humildad también es aceptar eso y relacionarme desde allí y con esa conciencia. Las veces que sea necesario.


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“Humildad es dejarse a un lado en completa concentración en algo o alguien”
~Madeleine l’Engle